Esta entrevista fue hecha en octubre de 2012 en un vuelo de Chihuahua a la Ciudad de México después de asisitir al VII Encuentro de Mujeres Poetas en Huejuquilla y III Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste en Ciudad Jiménez.
Yamilé Paz Paredes en el marco del VII Encuentro de Mujeres poetas en Huejoquilla
y III Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste
Yamile, quiero hacerte una
pregunta muy interesante: ¿Quién es Yamilé Paz Paredes? Háblame de tus
diferentes facetas.
- Es una pregunta, muy malvada, es dificílisima, es decir ¿quién soy?.
Yo te podría responder con una metáfora. Soy un tendedero de estrellas
apagadas. Pero bueno, me dirías no, estás viva y actúas como ser vivo, como una
gente que ama la vida. Y esa es una de las características de mis virtudes, de
mis fases, que me satisfacen a mí misma, porque uno nunca está contento con uno
mismo siempre hay una serie de cosas, de situaciones, de aspectos que no logras
congraciarte plenamente contigo, pero en los aspectos positivos yo siento que
eso es muy importante para mí. Amar la vida, amar la vida es amar también la
creación, amar la capacidad de disfrutar todo alimento, todo alimento terrestre
que te puedan dar, que te puedan ofrecer en el mundo, aunque este alimento sea un pájaro, una puesta
de sol, o sea, de pronto, el sumirte en tu oscuridad para estar a solas contigo
misma. En una de esas regreso a la situación de la vida, es decir, amo la vida
y porque no creo en la otra, ni en otras vidas, evidentemente es como parte de
uno mismo, entonces es la nuestra y es la que nos tocó vivir, tenemos que
sacarle jugo a la vida, aún en los momentos de mayor crisis, de mayor desolación,
de mayor violencia, es cuando uno tiene que aferrarse y encontrar lo vivible,
lo vivido.
Otro aspecto que me gusta de mí es la capacidad de reír. Cortázar cuando
habla de la literatura latinoamericana, dice que los latinoamericanos somos
melodramáticos, que a partir de la
Conquista y de la sumisión como siervos y el colonialismo, la forma de
expresión que más nos caracteriza es el bolero, desde el abandonado, el de la
destrucción, el de la ilusión de la vida, el del abandono y el tango; y
entonces nos dice, que sólo cuando
el latinoamericano alcance el sentido del humor, sólo entonces, dejaremos de
ser tercermundistas, porque antes nos llamábamos tercermundistas o países en
desarrollo, ahora ya no sé cómo se llama, todos globalizados, ya no hay
diferenciación, entonces el melodrama que somos la mayor parte de los
latinoamericanos también implica sentirse o ser víctima, es decir, ¿qué es la
víctima? es el personaje del teatro menos deseable, porque no tiene una
participación activa en su destino, en su propia construcción, sino que es
pasivo, le sucede, le pasa, le hacen, le acontece la mala suerte, y eso te da
también el vivirte así como víctima. Que seamos capaces de vivirnos como
víctimas nos hace incapaces de alcanzar el sentido del humor, el humor es un
paso más allá de nuestra propia condición de colonizados, y puedes ver tu
propia vida y reírte de ella, el humor es un estado superior, entonces yo
considero que todos deberíamos de hacer un esfuerzo y mejoraríamos mucho
nuestra existencia cotidiana si fuéramos capaces de reírnos de nosotros mismos,
de reírnos de nuestros problemas, de nuestros traumas insalvables que no se
pueden curar, eso nos haría superiores a nosotros mismos dentro de nuestra
propia medición. Hay pocos autores realmente de comedia humorista, Rosario
Castellanos tenía en la poesía una capacidad de ser humorista, de reírse a
pesar de sufrir una tragedia permanente,
igual Ibarguengoitia, y no me acuerdo ahorita de otros pero los cuentas
con los dedos de la mano.
Otra condición, otro aspecto de Yamilé, aunque no tengo mucho mérito en ello, es mi capacidad de solidaridad y de rebelarme contra la injusticia, de sentir rebeldía, de sentir indignación contra la explotación, contra la segregación, la opresión y la injusticia. Parece que eso ahora ya está también un poco de moda, decirte revolucionario en ese sentido, no en el sentido de ser militante en nada sino ser militante de la lucha para que los seres humano vivamos mejor, estemos cada vez mejor, a la altura de nosotros mismos, pero eso viene un poco también de mi infancia, como parte de mi vínculo con la literatura. Yo creo que un poco se me dio de gratis, que ahí no tengo gran mérito. Nací en un medio propicio, mi padre original el Paz Paredes, y mi mamá que después adquiere su apellido para su nombre literario. Margarita era su nombre, Paz Paredes por su apellido de casada, ella era Margarita Camacho Baquedano, nada que ver con Magarita Paz Paredes. Ambos eran periodistas, trabajaban en El Nacional, que era uno de los pocos periódicos de vanguardia y democráticos en los años cuarenta. A su vez mi padre desdes siempre fue antiimperialista y apoyador de las luchas democráticas, por lo que mi casa estaba siempre llena de gente de todo tipo: exiliados políticos, afiliados políticos, guerrilleros, luchadores, escritores, diplomáticos, todo eso, entonces en ese medio, a mí me parecía que ésos eran los valores normales de cualquier ser humano, estar contra la injustica, estar al lado del pobre.
Tanto mi padre como mi madre tenían la misma condición, mi
madre había nacido en un pueblo pequeñito, de unos cuantos miles de habitantes
que se llama San Felipe Torres Mochas en Guanajuato y allí ella miraba al
aguador y a los campesinos, o sea, era gente del campo, era la gente que le
llevaba el agua, que le llevaba las tortillas, que le llevaba los granos, que
iba donde compraba, donde convivía todos los días, entonces, ella aprendió a
amar textualmente a la gente del pueblo y empezó a cantarles en sus primeros
libros de poemas.
Por otra parte, soy terriblemente indisciplinada, verdaderamente
indisciplinada, muy, muy vaga, entonces si no es bajo presión, un poco uno
tiene que salir de hacer las cosas cuando ya faltan cinco minutos, pero no es
la disciplina algo que yo me lamento de no tener, ésta se te va formando en tu
propia educación, tanto en los horarios establecidos, en los trabajos de tal a
cual, es toda una forma de vida. La mía es una vida muy desordenada, yo digo
que soy descendiente directa del Conde Drácula, entonces hasta las diez de la
noche empiezo a despertar, me empieza a funcionar el cerebro, es la hora en que
escribo, leo, hago cosas que invento, que tengo más claridad mental que en la
mañana. A las diez de la mañana
soy incapaz incluso de dar una clase de primaria, no puedo, absolutamente, mi
espíritu no se lleva con las madrugadas, con las desmañanadas.
A ver no sé, qué otro aspecto tengo, es decir, la solidaridad, el amor, la relación humana, me parecen muy importantes, obviamente lo más importante es el ser humano, si no que otro parámetro de valor tendríamos? Entonces el ser humano y la relación con el ser humano, la relación de amistad, la relación de trabajo, la relación de poeta, la relación de lo que sea, tiene que ser a partir de conocer al otro o a la otra, conocer, saber, verlo, ser capaces de verlos objetivamente, es decir sin idealizar ni satanizar sino tratando de ser objetivos, ver las virtudes y las debilidades, los valores y lo que no está de acuerdo contigo y sobre eso si pesa más lo valioso entonces tomarlo y aceptar al otro ser humano, y además respetarlo y quererlo por lo que es, en todos sus sentidos. Esto es muy importante con esto del neoliberalismo y la globalización y la deshumanización del ser humano como producto del gobierno global. Es muy importante también luchar, rescatar, volver a rescatar nuestros valores, valores como gente y relacionarnos a nivel de respeto, de amor, de afecto, pero sabiendo perfectamente quién es el otro, cuáles son los aspectos en que coincides y que te gustan y cuáles no, y sobre eso respetarlo y quererlo, así globalmente como se es todo. Hoy en día hay una falta de respeto de la gente, no me voy a poner como viejita pero la relación de los jóvenes con los jóvenes es una relación muy violenta. Estamos sufriendo una serie de cosas de bulling, relaciones donde las parejas aún siendo novios, a los dieciséis, diecisiete años se golpean, se insultan, eso es una falta absoluta de respeto al ser humano y a la relación, entonces si estableces una relación sobre la base de la violencia, sólo violencia despertarás.
¿Cómo aprendiste esos
valores inculcados en tu infancia? ¿Cómo era esa relación con tus padres? Siendo ellos escritores, militantes
¿cómo era vivir en ese medio? ¿Tú que hacías mientras crecías?
Yo estaba por ahí, como la muñeca fea en los rincones, pero más bien podríamos decir que dentro de la sala meas que de los rincones, porque mis padres trataban a gente de todos tipos. Toda la vida había reuniones en mi casa por lo menos dos o tres veces a la semana. Reuniones de escritores, de periodistas, de gente política. Además tampoco había una diferenciación muy grande entre intelectuales y políticos, es decir, militantes de la izquierda generalmente, por lo menos toda esa época - toda mi infancia en los cincuentas- eran escritores comprometidos, había mucho la discusión de la literatura comprometida, la literatura de evasión, porque eran los grandes momentos de lucha latinoamericana, de lucha mundial por la emancipación, por la liberación nacional, entonces toda esa gente llegaba y para nosotros el estar allí en ese medio de forma natural, porque no nos apartaban, no nos decían los niños se van a dormir primero y no oigan, no, no establecían una diferencia como en otras casas de la misma generación que la nuestra, podríamos decir de provincia, donde en la plática de los mayores no deberían ser partícipes los niños, ellos no oían la plática de los adultos.
Yo estaba por ahí, como la muñeca fea en los rincones, pero más bien podríamos decir que dentro de la sala meas que de los rincones, porque mis padres trataban a gente de todos tipos. Toda la vida había reuniones en mi casa por lo menos dos o tres veces a la semana. Reuniones de escritores, de periodistas, de gente política. Además tampoco había una diferenciación muy grande entre intelectuales y políticos, es decir, militantes de la izquierda generalmente, por lo menos toda esa época - toda mi infancia en los cincuentas- eran escritores comprometidos, había mucho la discusión de la literatura comprometida, la literatura de evasión, porque eran los grandes momentos de lucha latinoamericana, de lucha mundial por la emancipación, por la liberación nacional, entonces toda esa gente llegaba y para nosotros el estar allí en ese medio de forma natural, porque no nos apartaban, no nos decían los niños se van a dormir primero y no oigan, no, no establecían una diferencia como en otras casas de la misma generación que la nuestra, podríamos decir de provincia, donde en la plática de los mayores no deberían ser partícipes los niños, ellos no oían la plática de los adultos.
¿Y cuando tú oías todas
esas pláticas qué pasaba por tu mente?
-Yo lo veía, y además mi padre y mi madre lo verbalizaban, que lo más importante en esta vida era ser inteligente,
luchador, revolucionario, ser solidario, antiimperialista, incluso mi hermano y
yo, en ese tiempo en Honduras, cuando éramos chicos, eso me lo cuenta mi
hermano, nosotros éramos güeritos, pero éramos antiblancos, sólo teníamos
amigos negros porque odiábamos a los gringos, teníamos siete, ocho, nueve años,
entonces, era algo normal de lo que participábamos.
Entonces, lo que entiendo
es que tú fuiste creciendo y esas cosas eran parte tan de ti, que no las cuestionabas, ¿creciste con esas
ideas y con esa manera de ser sin reflexionar nada al respecto?
Bueno reflexionando, claro que pensaba, claro que dentro de la
cotidianidad de la vida donde nos involucraba estábamos nosotros inmersos con
esos personajes, con esa forma de trato, con las pláticas, con los escritores,
estábamos allí, éramos público, estábamos presentes, no nos mandaban a dormir,
entonces no solamente lo aprendimos, sino también entendía yo perfectamente que
eso eran los valores, esos valores a mí me parecían maravillosos, o sea, yo
estaba orgullosísima.
¿Comentabas con tus padres
de esas cosas, al margen de lo que escuchabas?
-Comentaba con mi padre fundamentalmente. Él me explicaba por ejemplo lo
de la esclavitud de los negros, porque vivimos un tiempo estando chicos en la
costa de Honduras, son costas de negros, estaba la United Company que era super
explotadora y además casi semi esclavizaba a los negros en pleno1950, entonces
era también sentido, vivido, era emocionalmente percibido como algo valioso,
algo de lo que uno debería enorgullecerse, supongo que esos son los valores.
¿Qué platicabas con
tu mamá, o qué platicaba tu mamá
contigo?
A mi mamá yo le preguntaba quiénes eran los escritores que llegaban a la
casa, entonces me explicaba, por ejemplo llegó Nicolás Guillén, es uno de los
que tengo un recuerdo más impresionante, yo tenía como seis o siete años y nos
hablaban tanto de Nicolás Guillén, que mi hermano que era mayor que yo y yo nos
aprendimos unos poemas de Nicolás Guillén, y el día que llegó se los dijimos y
se puso a llorar. Nos paramos así como muchos en la escuela y empezamos a leer
y además en tono cubano como él lo leía, y se le salieron las lágrimas. Conocí
a Guillén, conocí a Pedro Garfias, y a Neruda.
¿Tuviste alguna otra
experiencia con algún otro escritor?
Cuando yo empezaba a escribir, escribía una especie de diario pero yo
quería escribir algo, pero al mismo tiempo me daba mucho miedo escribir, porque
después de estar allí y conocer a los grandes escritores, a las grandes
palabras, a uno le es mucho más difícil, de todos modos aún ahora me cuesta
muchísimo escribir. No escribo así rápidamente, no me siento todas las mañanas y
escribo algo, sino que es un proceso de creación muy lento y muy doloroso,
porque en el fondo de mí todavía tengo la inseguridad, todavía me siento
insegura, me siento incapaz de vencer esa cosa tan complicada, tan comprometedora que era ser hija de…
Sí, tenía obviamente tendencia, estaban como marcadas unas
características, unas rayas, unos valores, unos caminitos que uno debería de
seguir. Yo ahorita me sentiría absolutamente despreciable si al curso de
setenta y tantos años hubiera traicionado mis principios, mi forma de ver, mi concepción de la vida y mi concepción de la justicia. Si fuera una
gente que se callara, aún ahora que entré en la tercera edad considero que uno
no debe de callarse ante nada, que aunque obviamente uno sale a las calles, y las
manifestaciones no sirven porque el poder es tan soberbio que no le importa,
porque no les hacemos daño, pero si yo aún ahora no viviera como ser de
izquierda o ser democrática como una de mis características de juventud, que con
la vida se borra, me consideraría muy muy despreciable. Pero si todavía tengo eso,
me sirve de orgullo el sentir como siento y el pensar como pienso a estos
niveles, y también el amar la literatura y el tratar de luchar contra esta
anulación de la cultura.
Yo fui maestra y dí clases treinta años o más a
alumnos de bachillerato del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH). Me jubilé pero sigo militando de alguna
manera. Era maestra de literatura en el CCH y en la Facultad de Filosofía. Yo participé en el 68, el
CCH se formó en febrero del 71, lo fundó Pablo González
Casanova y era una alternativa a la prepa nacional de la UNAM, como un
bachillerato, como una prepa pero activa ya dentro de la concepción de las
escuelas activas, contestataria, racional, donde la gente razonara y no fuera
la educación por asimilación nada más o por repetición, sino la educación
crítica, que fue una maravilla. Inventamos los programas, el sesenta por ciento
de los maestros fundadores éramos podríamos decir los desocupados del 68. En
el 68 el sesenta por ciento que llegamos a formar los CCH habíamos estado en
nuestras escuelas, formando parte del comité de lucha, participando en todo el
movimiento, en todas las manifestaciones y en todas partes.
Me jubilé hace como diez años, ya cuando… -bueno estaba mal de un ojo, lo
tengo muy mal, no veo casi nada con el derecho- pero fue cuando cambiaron los
programas de estudio , entonces quitaron toda la literatura, y yo dije, no tengo nada que
hacer aquí, si en mi vida no he hecho nada en lo que no esté de acuerdo; ni nada que vaya contra mí; ni he trabajado en nada de lo cual me avergüence a pesar de estas alturas de la vida; me divertía mucho
dando clases de literatura, disfrutaba mucho, pero tenía que dar otras materias
rarísimas, y ya no, dije, prefiero jubilarme.
¿Alguno de tus hijos
siguió por el camino de la literatura?
Mira, son reacciones muy diversas, a mi hijo mayor
no le gusta leer, no le gusta nada, como que lo vacunamos contra la literatura
y contra la lectura, es decir, supongo que uno estaba también muy ocupado. Mientras
fui madre… bueno lo sigo siendo, pero fui madre de chiquitos, yo de todos modos
hacía otras cosas, trabajaba y además también militaba, iba y escribía y hacía
teatro, y hacía un montón de cosas y cuidaba a los niños y los llevaba a la
natación y los metí en escuelas varias, pero supongo que, también de alguna
manera sintieron un abandono, aunque yo en mi cabeza consideraba que no los
abandonaba. En cambio el segundo de mis hijos es capaz de echarse un libro por
semana, un libro cada tres días, lee muchísimo, aprecia muchísimo la
literatura, escribe prosa, pero no ha publicado ni quiere, le encantan los
libros, sabe muchísimo de libros antiguos, de ediciones, de formatos, de lomo
cosido. Él estudio arquitectura y también
es diseñador de muebles. Al chico también le encanta la literatura, le gusta
mucho más la literatura de ficción, la literatura fantástica, él también es
arquitecto y escenógrafo. Los dos sacaron
lo de arquitectura, lo del arte como sensibilidad, pero al grande no le gusta
leer.
¿Tu esposo también es
intelectual?
Mi esposo actual, bueno me casé con él hace como 22 años, no es el padre
de mis hijos, sino que ya es mi espos. Él trabaja en la Secretaría de Trabajo y
Previsión Social del gobierno del Distrito Federal. Él es abogado, coincidimos en la ideología política y también estamos del lado de López Obrador. Fue militante del movimiento en el 68, entró en el Comité de Lucha de Derecho en ese año. A él también le gusta mucho
leer y sabe mucho de historia. También entró como maestro del Colegio de
Ciencias y Humanidades en el área de historia. Estuvimos allí trabajando.
¿Y él lee tus poemas? Sí, él lee mis poemas y le gustan; si no, no sé que le haría.
La siguiente pregunta es
como muy obvia pero te la voy a hacer. ¿Tú vives poéticamente?
Mira, sólo a veces… Es muy difícil… ¿qué es vivir poéticamente? Es
decir, al mismo tiempo capto la realidad y soy consciente, plenamente
consciente de la brutalidad de la realidad, del momento que estamos viviendo,
de la decadencia del ser humano, de la deshumanización, de toda esta imagen que
quieren que tengamos de nosotros mismos y del mundo tan espantosa, y al mismo
tiempo, trato de encontrar también… Doy un taller de cuento con compañeras que
también trabajan, que son militantes, que hacemos política de alguna manera,
entonces dijimos, la literatura es la mejor invención del ser humano contra la
desgracia y la tragedia, entonces, vamos a hacer un espacio donde ya no
hablemos de la realidad, ya no hablemos de política, ya no hablemos de cuántos
muertos y descabezados hubo esta semana. Sí, porque así se estaba volviendo la
cosa, la gente decía ahora con una frialdad monstruosa: “oigan esta semana nada
más se echaron a 30”. “Lo que sucede ya es, ni modo”; lo que sucede es como con
resignación, “así es”, “así nos tocó vivir”, “así es la realidad, entonces
nosotros ya no tenemos por qué interferir en ella”.
Yo creo que sí tenemos que interferir en ella, pero te digo, yo siento también que dentro de lo que yo te contaba, un poco de lo que me gusta de mí, es la capacidad de disfrutar los momentos cotidianos, los actos cotidianos, yo creo que también a eso podría llamarle vivir poéticamente la vida. Yo por ejemplo, ahora que vine a este encuentro en Jiménez para mí es una fiesta, es una alegría inmensa. Me va a alimentar muchísimo tiempo haber venido a este encuentro, haber vivido ahora sí textualmente los tres días, setenta y dos horas poéticamente, haber conversado con las amigas, haber conocido nuestro trabajo, habernos abrazado también a partir de la palabra poética, pero con un abrazo ya humano, emocional, ya como amistad, entonces, esto a mí me alimentará durante mucho tiempo y me hará ver las cosas más ligeras.
Yo creo que sí tenemos que interferir en ella, pero te digo, yo siento también que dentro de lo que yo te contaba, un poco de lo que me gusta de mí, es la capacidad de disfrutar los momentos cotidianos, los actos cotidianos, yo creo que también a eso podría llamarle vivir poéticamente la vida. Yo por ejemplo, ahora que vine a este encuentro en Jiménez para mí es una fiesta, es una alegría inmensa. Me va a alimentar muchísimo tiempo haber venido a este encuentro, haber vivido ahora sí textualmente los tres días, setenta y dos horas poéticamente, haber conversado con las amigas, haber conocido nuestro trabajo, habernos abrazado también a partir de la palabra poética, pero con un abrazo ya humano, emocional, ya como amistad, entonces, esto a mí me alimentará durante mucho tiempo y me hará ver las cosas más ligeras.
Homenaje a Yamilé Paz Paredes hecho por estudiantes de la Escuela Secundaria de en la Ciudad de Jiménez, Chihuahua.
Yamilé en Ciudad Jiménez con Estela Guerra, Edna Ojeda coordinadora general del
VII Encuentro de Mujeres Poetas en Huejuquillaa y el III Encuentro de mujeres poetas del Noreste,
Arminé Arjona y Carmen Amato poetas de Ciudad Juárez Chih.
VII Encuentro de Mujeres Poetas en Huejuquillaa y el III Encuentro de mujeres poetas del Noreste,
Arminé Arjona y Carmen Amato poetas de Ciudad Juárez Chih.
Por último Yamilé, ¿Tú
crees que reírnos de la realidad nos hace insensibles? ¿O que nos hace?
Yo creo que no, que hay formas de reírte, es decir, cuando ya la
realidad de algunas situaciones llegan a tal grado de intensidad, de
desarrollo, como que dan la vuelta y caen del lado de la parodia, es decir, ya
la tragedia es tanta que ya no aguanta podíamos decir, el género tragedia, y
entonces gira y da la vueltecita y cae en la parodia, que te da risa. Es tan
absurdo y llegan a ser tan absurdas las formas como quieren vendernos el México
feliz, la situación y los logros del gobierno y de todo que mejor te ríes.
Bueno, muchas gracias
Yamilé, gracias por tu tiempo, tu generosidad y tu pasión.
Visita el siguiente sitio: UNA BREVE CONVERSACIÓN CON YAMILÉ PAZ PAREDES
© Texto y fotografía Carmen Amato