LIZ DURAND es una mujer de su tiempo, comprometida con el arte y con los niños de escasos recursos. Su sueño es tener un camioncito amarillo – de esos escolares- para llevar talleres de pintura a las colonias. Para esta pintora poeta la amistad es una plantita que debe cultivarse. Entre la amistad y el amor, prefiere la primera, aderezada con pasión. Conoce a Liz Durand, una mujer auténtica y apasionada.
¿QUIÉN SOY?
Soy Liz Durand Goytia, nací hace más de 50 años en Orizaba, Veracruz, y me dedico al arte: doy talleres de artes plásticas para niños y adultos, pinto y escribo, y además organizo algunos eventos culturales. El último empleo que tuve en una empresa fue en el Banco Mexicano, conocido antes como Somex. Mi jefe tenía a cargo la revista interna de la institución y yo hacía reportajes y entrevistas. Cuando el banco se vendió, los nuevos dueños, como es típico en estos casos, despidieron a la vieja cuadrilla y llevaron a su propio personal. Irónicamente, la persona que me despidió me dijo “Contigo no me siento tan mal de traerte esta noticia, porque sé que eres una persona muy capaz y no tendrás problemas”. Yo tenía entonces 38 años y a partir de ese momento ya no conseguí empleo por mi edad. Comencé a trabajar por mi cuenta. Obtuve la beca Juan Grijalba que es otorgada por esa casa editorial y la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM), la cual me permitió hacer un Diplomado en Edición y ofrecer mis servicios como correctora, hasta que me cambié de ciudad.
¿MI PROFESIÓN?
Mis actividades profesionales son la pintura y la escritura, las cuales me aportan mucha satisfacción porque hago lo que pienso, lo que siento y lo que me gusta. Desde niña me gustó mucho dibujar, cuando estaba en la primaria me encantaba copiar a lápiz los jarrones egipcios que venían en mis libros y los retratos de Benito Juárez y esas cosas, aunque en ningún momento pensé en volverme artista, siempre supe que eso no daba de comer y además era caro. Sin embargo, en 1980 casi como jugando entré con unas amigas a la clase del excelente pintor, Enrique Zapata, quien logró que explotara con pasión en mí mi vena de pintora. Desde entonces me apliqué en el estudio, de tal manera que asistí a la Academia de San Carlos y a varios estudios de otros pintores.
¿QUÉ PINTO?
Pinto mujeres, pinto el dolor que sienten, o al menos lo que intuyo de eso. Mis colores son fuertes y mis cuadros quizá resulten duros para algunas personas, pero es lo que me nace hacer, no me late hacer paisajitos o desnudos idílicos. Creo que con el tiempo me he vuelto más conceptual y prefiero explorar más las posibilidades de la plástica que meramente la pintura, así que trabajo libros viejos o cajas y las convierto en objetos arte. También trabajo con materiales de deshecho que mis alumnos llaman basura, porque estamos en tiempos en los que reciclar es indispensable.
¿MI COMPROMISO SOCIAL?
Tengo 13 años dando talleres voluntarios en comunidades de Oaxaca. Aunque he tenido algunos tragos amargos, como es la muerte de una compañera en una caravana de ayuda a Copala, los resultados con los niños son alentadores, sin que podamos cantar victoria todavía. Los talleres que imparto en mi casa son de pintura, porque es lo que me solicitan. Pero los talleres realmente importantes para mí son los voluntarios que doy en Huajuapan de León, Oaxaca. Son talleres de rescate del patrimonio cultural y tienen la mira de que los niños conozcan y valoren sus raíces y con el tiempo se vuelvan cronistas de su comunidad. Todo esto se hace a través de actividades de escritura y de pintura a manera de juegos, que es la mejor forma de aprender.
Estos talleres los inicié por invitación de los maestros Saúl y Lupita, y luego a través de una asociación civil llamada Ocho Venado, en la cual trabajo con Alicia Olivera. Ella tiene exactamente las mismas ideas que yo con respecto a los talleres para los niños. Ella es economista y es mi enlace con las comunidades de Huajuapan, es quien coordina con los maestros de las escuelas y con los niños las actividades que deben realizarse antes de tomar el taller. Yo viajo desde donde me encuentre a Huajuapan de León para impartir este taller a los niños oaxaqueños, el cual se da sólo una vez al año.
Dichos talleres implican mucho trabajo, gran cansancio y una enorme factura a mi salud, por la afección que tengo en mi columna. Pero ninguna de esas cosas ha valido más que la maravillosa satisfacción de trabajar con niños ávidos de aprender, de disfrutar aprendiendo. Ver los resultados de su trabajo, ver que se sienten motivados para investigar más cosas, para hacerlas, verlos conectarse con los ancianos de sus comunidades y hacerles entrevistas o realizar paseos con ellos para que les cuenten la historia de los lugares donde viven, es un excelente pago por el trabajo que realizamos. No tenemos gran apoyo, sólo el de algunas cuantas personas en Huajuapan, que nos dan ya el refresco para la clausura, o los bocadillos, y desde el año pasado el encargado de Culturas Populares nos facilita el material, que asciende a unos mil pesos para trabajar con 300 niños. Nosotras pagamos las llamadas telefónicas que hacemos para ponernos de acuerdo, el viaje, mi estancia, mis traslados. Todo es por cuenta nuestra, y en este momento desconozco cuál será el destino de nuestros talleres. Este año tanto Alicia como yo hemos tenido grandes dificultades de salud. A ella incluso la acaban de operar de las vértebras cervicales porque se puso grave. Desde marzo que hicimos los talleres ya le dolía mucho un brazo y lo traía vendado. Finalmente terminó en una operación en el DF.
Sin embargo, como habitante de este país y planeta, me preocupa la situación violenta que padecemos, la pobreza de tanta gente nuestra, la pésima educación que no está ayudando a los niños para que tengamos ciudadanos con más conciencia y más posibilidades de analizar lo que nos sucede y poder cambiar nuestra realidad. Por eso, a quienes hacen lo mismo que yo, o a cualesquiera que esté haciendo algo y desee detenerse porque cree que no servirá de nada, le digo que no lo haga, que no se detenga, que nunca deje de aportar su granito de arena. Tengo comprobado que nuestra contribución por pequeña que sea, cuenta. Lo he aprendido con tantos niños con los que he trabajado, en cientos de talleres que he dado en diversas ciudades del país. Tenemos que retribuir a los demás, ser generosos y agradecidos aunque creamos que no tenemos mucho o que merecemos más.
¿ALGO ACERCA DE MI?
De mi personalidad lo que más me gusta compartir con los demás es mi pasión por la amistad y la autenticidad, lo demás de mí que lo elijan mis amigos. La gente me quiere fácilmente porque es generosa y porque soy auténtica, lo que ves es lo que soy, no hay nada oculto. Y navego con la bandera de la buena voluntad.
Defino a la amistad como un tesoro que brilla y brilla conforme avanza el tiempo. Pero hay que cuidarlo, pulirlo y chiquearlo para que no se haga negrito o se llene de herrumbre. La amistad es más duradera que el amor, no te pide que cambies ni que des nada y en cambio te da siempre. El amor en cambio reclama pertenencia o exclusividad, es más agotador. No estoy en contra del amor, pero para mí lo ideal es amistad con pasión para tener una relación con alguien. Porque si te fijas, lo más importante de tener una pareja es que ante todo, sea tu amigo. Si a eso lo aderezas o complementas con la pasión, ya es un triunfo.
¿ALGÚN SUEÑO PARA EL FUTURO?
Los proyectos que tengo son los de seguir con los talleres voluntarios, y cuando ya no pueda viajar porque sea mucha la distancia, tener un autobús amarillo -de los escolares- como aula móvil para ir por las calles a llevar los talleres a los niños, una locura que ojala pueda yo realizar. Necesito adentrarme más en los vericuetos de la ciudad, en las zonas más nuevas y marginadas para detectar en dónde están las necesidades, donde los niños recibirían esas clases que les sirvieran para mejorar sus vidas y tener contacto con cosas que aún no saben que existen porque la pobreza y la mala educación no se las dan a conocer.
¿OBRA LITERARIA PUBLICADA?
Primero publiqué el libro artesanal Caja de Colores, con hojitas sueltas contenidas en una cajita que hice para cada libro. Luego con ayuda de Alex Escalante diseñamos mi libro Cincelar el tiempo, con ilustraciones de Joachim von Mentz y el prólogo de la maestra Dolores Castro. Después salió otro libro también de autor que se llamó Alrededores del Perdón que llevé a Costa Rica.
Mis poemas también han aparecido en varias antologías editadas en Berlín, Uruguay, Cuba, y por supuesto México. También en algunas antologías de encuentros internacionales como el de las Mujeres Poetas en el País de las Nubes que organiza Emilio Fuego y con quien participe como organizadora algún tiempo cuando vivía en el DF.
Recientemente salió mi libro Mujeres que Cuentan, que es el relato de13 mujeres que emigraron a Ensenada, y en el que narran sus historias de vida. Este libro que no tiene ningún antecedente similar en este Estado, se edita gracias al apoyo de CONACULTA y el Gobierno Estatal y Municipal de Ensenada. Las autoras de los relatos son mujeres cuya edad fluctúa entre los treinta y los ochenta y seis años y se desempeñan en trabajos que van desde el doméstico hasta actividades profesionales o empresariales. El libro también muestra aspectos de la Ensenada que ya no existe en la actualidad porque la alcanzó la modernidad, y mucho de lo que estas mujeres guardan en su corazón respecto a ella.
PARA CONCLUIR
Deseo contagiarles estas ganas de ser amiga y esa pasión que al igual que yo tienen tantas mujeres que conozco para hacer que la palabra, la literatura y la poesía salgan a las calles y alcancen a todos, los toquen y los llenen de gracia, de alegría, de amor o de conciencia. Quiero dar las gracias a Carmen por hacer estas entrevistas, por robarle horas al tiempo y seguir promoviendo la literatura, la poesía, con esa pasión que conduce a que se hagan las cosas, por imposibles que parezcan.
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liz.durand.goytia@gmail.com;