martes, 2 de julio de 2013

YAMILÉ PAZ PAREDES: CON LA LITERATURA EN LA SANGRE


Esta entrevista fue hecha en octubre de 2012 en un vuelo de Chihuahua a la Ciudad de México después de asisitir al VII Encuentro de Mujeres Poetas en Huejuquilla y III Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste en Ciudad Jiménez. 


Yamilé Paz Paredes en el marco del VII Encuentro de Mujeres poetas en Huejoquilla 
y III Encuentro de Mujeres Poetas del Noreste

Yamile, quiero hacerte una pregunta muy interesante: ¿Quién es Yamilé Paz Paredes? Háblame de tus diferentes facetas.

- Es una pregunta, muy malvada, es dificílisima, es decir ¿quién soy?. Yo te podría responder con una metáfora. Soy un tendedero de estrellas apagadas. Pero bueno, me dirías no, estás viva y actúas como ser vivo, como una gente que ama la vida. Y esa es una de las características de mis virtudes, de mis fases, que me satisfacen a mí misma, porque uno nunca está contento con uno mismo siempre hay una serie de cosas, de situaciones, de aspectos que no logras congraciarte plenamente contigo, pero en los aspectos positivos yo siento que eso es muy importante para mí. Amar la vida, amar la vida es amar también la creación, amar la capacidad de disfrutar todo alimento, todo alimento terrestre que te puedan dar, que te puedan ofrecer en el mundo, aunque  este alimento sea un pájaro, una puesta de sol, o sea, de pronto, el sumirte en tu oscuridad para estar a solas contigo misma. En una de esas regreso a la situación de la vida, es decir, amo la vida y porque no creo en la otra, ni en otras vidas, evidentemente es como parte de uno mismo, entonces es la nuestra y es la que nos tocó vivir, tenemos que sacarle jugo a la vida, aún en los momentos de mayor crisis, de mayor desolación, de mayor violencia, es cuando uno tiene que aferrarse y encontrar lo vivible, lo vivido.

Otro aspecto que me gusta de mí es la capacidad de reír. Cortázar cuando habla de la literatura latinoamericana, dice que los latinoamericanos somos melodramáticos, que  a partir de la Conquista y de la sumisión como siervos y el colonialismo, la forma de expresión que más nos caracteriza es el bolero, desde el abandonado, el de la destrucción, el de la ilusión de la vida, el del abandono y el tango; y entonces nos dice,  que sólo cuando el latinoamericano alcance el sentido del humor, sólo entonces, dejaremos de ser tercermundistas, porque antes nos llamábamos tercermundistas o países en desarrollo, ahora ya no sé cómo se llama, todos globalizados, ya no hay diferenciación, entonces el melodrama que somos la mayor parte de los latinoamericanos también implica sentirse o ser víctima, es decir, ¿qué es la víctima? es el personaje del teatro menos deseable, porque no tiene una participación activa en su destino, en su propia construcción, sino que es pasivo, le sucede, le pasa, le hacen, le acontece la mala suerte, y eso te da también el vivirte así como víctima. Que seamos capaces de vivirnos como víctimas nos hace incapaces de alcanzar el sentido del humor, el humor es un paso más allá de nuestra propia condición de colonizados, y puedes ver tu propia vida y reírte de ella, el humor es un estado superior, entonces yo considero que todos deberíamos de hacer un esfuerzo y mejoraríamos mucho nuestra existencia cotidiana si fuéramos capaces de reírnos de nosotros mismos, de reírnos de nuestros problemas, de nuestros traumas insalvables que no se pueden curar, eso nos haría superiores a nosotros mismos dentro de nuestra propia medición. Hay pocos autores realmente de comedia humorista, Rosario Castellanos tenía en la poesía una capacidad de ser humorista, de reírse a pesar de sufrir una tragedia permanente,  igual Ibarguengoitia, y no me acuerdo ahorita de otros pero los cuentas con los dedos de la mano.



Otra condición, otro aspecto de Yamilé, aunque no tengo mucho mérito en ello, es mi capacidad de solidaridad y de rebelarme contra la injusticia, de sentir rebeldía, de sentir  indignación contra la explotación, contra la segregación, la opresión y la injusticia. Parece que eso ahora ya está también un poco de moda, decirte revolucionario en ese sentido, no en el sentido de ser militante en nada sino ser militante de la lucha para que los seres humano vivamos mejor, estemos cada vez mejor, a la altura de nosotros mismos, pero eso viene un poco también de mi infancia, como parte de mi vínculo con la literatura. Yo creo que un poco se me dio de gratis, que ahí no tengo gran mérito. Nací en un medio propicio, mi padre original el Paz Paredes, y mi mamá que después adquiere su apellido para su nombre literario. Margarita era su nombre, Paz Paredes por su apellido de casada,  ella era Margarita Camacho Baquedano, nada que ver con Magarita Paz Paredes. Ambos eran periodistas, trabajaban en El Nacional, que era uno de los pocos periódicos de vanguardia y democráticos en los años cuarenta. A su vez mi padre desdes siempre fue antiimperialista y apoyador de las luchas democráticas, por lo que mi casa estaba siempre llena de gente de todo tipo: exiliados políticos, afiliados políticos, guerrilleros, luchadores, escritores, diplomáticos, todo eso, entonces en ese medio, a mí me parecía que ésos eran los valores normales de cualquier ser humano, estar contra la injustica, estar al lado del pobre. 
Tanto mi padre como mi madre tenían la misma condición, mi madre había nacido en un pueblo pequeñito, de unos cuantos miles de habitantes que se llama San Felipe Torres Mochas en Guanajuato y allí ella miraba al aguador y a los campesinos, o sea, era gente del campo, era la gente que le llevaba el agua, que le llevaba las tortillas, que le llevaba los granos, que iba donde compraba, donde convivía todos los días, entonces, ella aprendió a amar textualmente a la gente del pueblo y empezó a cantarles en sus primeros libros de poemas.

Por otra parte, soy terriblemente indisciplinada, verdaderamente indisciplinada, muy, muy vaga, entonces si no es bajo presión, un poco uno tiene que salir de hacer las cosas cuando ya faltan cinco minutos, pero no es la disciplina algo que yo me lamento de no tener, ésta se te va formando en tu propia educación, tanto en los horarios establecidos, en los trabajos de tal a cual, es toda una forma de vida. La mía es una vida muy desordenada, yo digo que soy descendiente directa del Conde Drácula, entonces hasta las diez de la noche empiezo a despertar, me empieza a funcionar el cerebro, es la hora en que escribo, leo, hago cosas que invento, que tengo más claridad mental que en la mañana.  A las diez de la mañana soy incapaz incluso de dar una clase de primaria, no puedo, absolutamente, mi espíritu no se lleva con las madrugadas, con las desmañanadas.


A ver no sé, qué otro aspecto tengo, es decir, la solidaridad, el amor, la relación humana, me parecen muy importantes, obviamente lo más importante es el ser humano, si no que otro parámetro de valor tendríamos? Entonces el ser humano y la relación con el ser humano, la relación de amistad, la relación de trabajo, la relación de poeta, la relación de lo que sea, tiene que ser a partir de conocer al otro o a la otra, conocer, saber, verlo, ser capaces de verlos objetivamente, es decir sin idealizar ni satanizar sino tratando de ser objetivos, ver las virtudes y las debilidades, los valores y lo que no está de acuerdo contigo y sobre eso si pesa más lo valioso entonces tomarlo y aceptar al otro ser humano, y además respetarlo y quererlo por lo que es, en todos sus sentidos. Esto es muy importante con esto del neoliberalismo y la globalización y la  deshumanización del ser humano como producto del gobierno global. Es muy importante también luchar, rescatar, volver a rescatar nuestros valores, valores como gente y relacionarnos a nivel de respeto, de amor, de afecto, pero sabiendo perfectamente quién es el otro, cuáles son los aspectos en que coincides y que te gustan y cuáles no, y sobre eso respetarlo y quererlo, así globalmente como se es todo. Hoy en día hay una falta de respeto de la gente, no me voy a poner como viejita pero la relación de los jóvenes con los jóvenes es una relación muy violenta. Estamos sufriendo una serie de cosas de bulling, relaciones donde las parejas aún siendo novios, a los dieciséis, diecisiete años se golpean, se insultan, eso es una falta absoluta de respeto al ser humano y a la relación, entonces si estableces una relación sobre la base de la violencia, sólo violencia despertarás.

¿Cómo aprendiste esos valores inculcados en tu infancia? ¿Cómo era esa relación con tus padres?  Siendo ellos escritores, militantes ¿cómo era vivir en ese medio? ¿Tú que hacías mientras crecías?

Yo estaba por ahí, como la muñeca fea en los rincones, pero más bien podríamos decir que dentro de la sala meas que de los rincones, porque mis padres trataban a gente de todos tipos. Toda la vida había reuniones en mi casa por lo menos dos o tres veces a la semana. Reuniones de escritores, de periodistas, de gente política.  Además tampoco había una diferenciación muy grande entre intelectuales y políticos, es decir, militantes de la izquierda generalmente, por lo menos toda esa época - toda mi infancia en los cincuentas- eran escritores comprometidos, había mucho la discusión de la literatura comprometida, la literatura de evasión, porque eran los grandes momentos de lucha latinoamericana, de lucha mundial por la emancipación, por la liberación nacional, entonces toda esa gente llegaba y para nosotros el estar allí en ese medio de forma natural, porque no nos apartaban, no nos decían los niños se van a dormir primero y no oigan, no, no establecían una diferencia como en otras casas  de la misma generación que la nuestra, podríamos decir de provincia, donde en la plática de los mayores no deberían ser partícipes los niños, ellos no oían la plática de los adultos.

¿Y cuando tú oías todas esas pláticas qué pasaba por tu mente?

-Yo lo veía, y además mi padre y mi madre lo verbalizaban, que lo más importante en esta vida era ser inteligente, luchador, revolucionario, ser solidario, antiimperialista, incluso mi hermano y yo, en ese tiempo en Honduras, cuando éramos chicos, eso me lo cuenta mi hermano, nosotros éramos güeritos, pero éramos antiblancos, sólo teníamos amigos negros porque odiábamos a los gringos, teníamos siete, ocho, nueve años, entonces, era algo normal de lo que participábamos.

Entonces, lo que entiendo es que tú fuiste creciendo y esas cosas eran parte tan de ti, que no  las cuestionabas, ¿creciste con esas ideas y con esa manera de ser sin reflexionar nada al respecto?

Bueno reflexionando, claro que pensaba, claro que dentro de la cotidianidad de la vida donde nos involucraba estábamos nosotros inmersos con esos personajes, con esa forma de trato, con las pláticas, con los escritores, estábamos allí, éramos público, estábamos presentes, no nos mandaban a dormir, entonces no solamente lo aprendimos, sino también entendía yo perfectamente que eso eran los valores, esos valores a mí me parecían maravillosos, o sea, yo estaba orgullosísima.

¿Comentabas con tus padres de esas cosas, al margen de lo que escuchabas?

-Comentaba con mi padre fundamentalmente. Él me explicaba por ejemplo lo de la esclavitud de los negros, porque vivimos un tiempo estando chicos en la costa de Honduras, son costas de negros, estaba la United Company que era super explotadora y además casi semi esclavizaba a los negros en pleno1950, entonces era también sentido, vivido, era emocionalmente percibido como algo valioso, algo de lo que uno debería enorgullecerse, supongo que esos son los valores.

¿Qué platicabas con tu  mamá, o qué platicaba tu mamá contigo?

A mi mamá yo le preguntaba quiénes eran los escritores que llegaban a la casa, entonces me explicaba, por ejemplo llegó Nicolás Guillén, es uno de los que tengo un recuerdo más impresionante, yo tenía como seis o siete años y nos hablaban tanto de Nicolás Guillén, que mi hermano que era mayor que yo y yo nos aprendimos unos poemas de Nicolás Guillén, y el día que llegó se los dijimos y se puso a llorar. Nos paramos así como muchos en la escuela y empezamos a leer y además en tono cubano como él lo leía, y se le salieron las lágrimas. Conocí a Guillén, conocí a Pedro Garfias, y a Neruda.

¿Tuviste alguna otra experiencia con algún otro escritor?

Cuando yo empezaba a escribir, escribía una especie de diario pero yo quería escribir algo, pero al mismo tiempo me daba mucho miedo escribir, porque después de estar allí y conocer a los grandes escritores, a las grandes palabras, a uno le es mucho más difícil, de todos modos aún ahora me cuesta muchísimo escribir. No escribo así rápidamente, no me siento todas las mañanas y escribo algo, sino que es un proceso de creación muy lento y muy doloroso, porque en el fondo de mí todavía tengo la inseguridad, todavía me siento insegura, me siento incapaz de vencer esa cosa tan complicada, tan  comprometedora que era ser hija de…

Conforme fuiste creciendo ¿qué fue pasando en tu vida intelectual, o en tu vida, en cualquier aspecto?

Sí, tenía obviamente tendencia, estaban como marcadas unas características, unas rayas, unos valores, unos caminitos que uno debería de seguir. Yo ahorita me sentiría absolutamente despreciable si al curso de setenta y tantos años hubiera traicionado mis principios, mi forma de ver, mi concepción de la vida y mi concepción de la justicia. Si fuera una gente que se callara, aún ahora que entré en la tercera edad considero que uno no debe de callarse ante nada, que aunque obviamente uno sale a las calles, y las manifestaciones no sirven porque el poder es tan soberbio que no le importa, porque no les hacemos daño, pero si yo aún ahora no viviera como ser de izquierda o ser democrática como una de mis características de juventud, que con la vida se borra, me consideraría muy muy despreciable. Pero si todavía tengo eso, me sirve de orgullo el sentir como siento y el pensar como pienso a estos niveles, y  también el amar la literatura y el tratar de luchar contra esta anulación de la cultura. 

Yo fui maestra y dí clases treinta años o más a alumnos de bachillerato del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH).  Me jubilé pero sigo militando de alguna manera. Era maestra de literatura en el CCH y en la Facultad de Filosofía. Yo participé en el 68, el CCH se formó en febrero del 71, lo fundó Pablo González Casanova y era una alternativa a la prepa nacional de la UNAM, como un bachillerato, como una prepa pero activa ya dentro de la concepción de las escuelas activas, contestataria, racional, donde la gente razonara y no fuera la educación por asimilación nada más o por repetición, sino la educación crítica, que fue una maravilla. Inventamos los programas, el sesenta por ciento de los maestros fundadores éramos podríamos decir los desocupados del 68. En el 68 el sesenta por ciento que llegamos a formar los CCH habíamos estado en nuestras escuelas, formando parte del comité de lucha, participando en todo el movimiento, en todas las manifestaciones y en todas partes.

Me jubilé hace como diez años, ya cuando… -bueno estaba mal de un ojo, lo tengo muy mal, no veo casi nada con el derecho-  pero fue cuando cambiaron los programas de estudio , entonces quitaron toda la literatura, y yo dije, no tengo nada que hacer aquí, si en mi vida no he hecho nada en lo que no esté de acuerdo; ni nada que vaya contra mí; ni he trabajado en nada de lo cual me avergüence a pesar de estas alturas de la vida;  me divertía mucho dando clases de literatura, disfrutaba mucho, pero tenía que dar otras materias rarísimas,  y ya no, dije, prefiero jubilarme.

¿Alguno de tus hijos siguió por el camino de la literatura? 

Mira, son reacciones muy diversas, a mi hijo mayor no le gusta leer, no le gusta nada, como que lo vacunamos contra la literatura y contra la lectura, es decir, supongo que uno estaba también muy ocupado. Mientras fui madre… bueno lo sigo siendo, pero fui madre de chiquitos, yo de todos modos hacía otras cosas, trabajaba y además también militaba, iba y escribía y hacía teatro, y hacía un montón de cosas y cuidaba a los niños y los llevaba a la natación y los metí en escuelas varias, pero supongo que, también de alguna manera sintieron un abandono, aunque yo en mi cabeza consideraba que no los abandonaba. En cambio el segundo de mis hijos es capaz de echarse un libro por semana, un libro cada tres días, lee muchísimo, aprecia muchísimo la literatura, escribe prosa, pero no ha publicado ni quiere, le encantan los libros, sabe muchísimo de libros antiguos, de ediciones, de formatos, de lomo cosido. Él estudio arquitectura y también es diseñador de muebles. Al chico también le encanta la literatura, le gusta mucho más la literatura de ficción, la literatura fantástica, él también es arquitecto y escenógrafo. Los dos sacaron lo de arquitectura, lo del arte como sensibilidad, pero al grande no le gusta leer.

¿Tu esposo también es intelectual?

Mi esposo actual, bueno me casé con él hace como 22 años, no es el padre de mis hijos, sino que ya es mi espos. Él trabaja en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social del gobierno del Distrito Federal. Él es abogado, coincidimos en la ideología política y también estamos del lado de López Obrador. Fue militante del movimiento en el 68,  entró en el Comité de Lucha de Derecho en ese año. A él también le gusta mucho leer y sabe mucho de historia. También entró como maestro del Colegio de Ciencias y Humanidades en el área de historia. Estuvimos allí trabajando.

¿Y él lee tus poemas?  Sí, él lee mis poemas y le gustan; si no, no sé que le haría.

La siguiente pregunta es como muy obvia pero te la voy a hacer. ¿Tú vives poéticamente?

Mira, sólo a veces… Es muy difícil… ¿qué es vivir poéticamente? Es decir, al mismo tiempo capto la realidad y soy consciente, plenamente consciente de la brutalidad de la realidad, del momento que estamos viviendo, de la decadencia del ser humano, de la deshumanización, de toda esta imagen que quieren que tengamos de nosotros mismos y del mundo tan espantosa, y al mismo tiempo, trato de encontrar también… Doy un taller de cuento con compañeras que también trabajan, que son militantes, que hacemos política de alguna manera, entonces dijimos, la literatura es la mejor invención del ser humano contra la desgracia y la tragedia, entonces, vamos a hacer un espacio donde ya no hablemos de la realidad, ya no hablemos de política, ya no hablemos de cuántos muertos y descabezados hubo esta semana. Sí, porque así se estaba volviendo la cosa, la gente decía ahora con una frialdad monstruosa: “oigan esta semana nada más se echaron a 30”. “Lo que sucede ya es, ni modo”; lo que sucede es como con resignación, “así es”, “así nos tocó vivir”, “así es la realidad, entonces nosotros ya no tenemos por qué interferir en ella”. 




Yo creo que sí tenemos que interferir en ella, pero te digo, yo siento también que dentro de lo que yo te contaba, un poco de lo que me gusta de mí, es la capacidad de disfrutar los momentos cotidianos, los actos cotidianos, yo creo que también a eso podría llamarle vivir poéticamente la vida. Yo por ejemplo, ahora que vine a este encuentro en Jiménez para mí es una fiesta, es una alegría inmensa. Me va a alimentar muchísimo tiempo haber venido a este encuentro, haber vivido ahora sí textualmente los tres días, setenta y dos horas poéticamente, haber conversado con las amigas, haber conocido nuestro trabajo, habernos abrazado también a partir de la palabra poética, pero con un abrazo ya humano, emocional, ya como amistad, entonces, esto a mí me alimentará durante mucho tiempo y me hará ver las cosas más ligeras.






Homenaje a Yamilé Paz Paredes hecho por estudiantes de la Escuela Secundaria de en la Ciudad de Jiménez, Chihuahua.

Yamilé en Ciudad Jiménez con Estela Guerra, Edna Ojeda coordinadora general del 
VII Encuentro de Mujeres Poetas en Huejuquillaa y el III Encuentro de mujeres poetas del Noreste, 
Arminé Arjona y Carmen Amato poetas de Ciudad Juárez Chih.

Por último Yamilé, ¿Tú crees que reírnos de la realidad nos hace insensibles? ¿O que nos hace?

Yo creo que no, que hay formas de reírte, es decir, cuando ya la realidad de algunas situaciones llegan a tal grado de intensidad, de desarrollo, como que dan la vuelta y caen del lado de la parodia, es decir, ya la tragedia es tanta que ya no aguanta podíamos decir, el género tragedia, y entonces gira y da la vueltecita y cae en la parodia, que te da risa. Es tan absurdo y llegan a ser tan absurdas las formas como quieren vendernos el México feliz, la situación y los logros del gobierno y de todo que mejor te ríes.

Bueno, muchas gracias Yamilé, gracias por tu tiempo, tu generosidad y tu pasión.


Visita el siguiente sitio:  UNA BREVE CONVERSACIÓN CON YAMILÉ PAZ PAREDES



© Texto y fotografía Carmen Amato